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El Nuevo Tratado de Libre Comercio: Un Buen Maquillaje, Una Actualización Necesaria en Sectores Específicos y el Mantenimiento de Las Reglas de Juego

En lo Sustancial, los principales puntos-clave del original tratado de libre comercio, conocido como NAFTA (1994), se mantienen vigentes; luego se aumentan ciertos niveles de integración y producción, mientras que en algunos aspectos no trascendentales, Mexico y Canada aceptan los pedidos de EEUU, tales como el cambio de nombre del tratado.

El Nuevo Tratado de Libre Comercio: Un Buen Maquillaje, Una Actualización Necesaria en Sectores Específicos y el Mantenimiento de Las Reglas de Juego

 

Por Jorge Reaño

A pesar de lo que se diga en los discursos públicos respecto al nuevo tratato de Libre Comercio de Norte América, lo cierto es que éste es simplemente una actualización necesaria a un acuerdo que llevaba cerca de 25 años de actividad entre las tres economías más íntimamente ligadas: Mexico-Estados Unidos-Canadá.

Inclusive, muchos de los adendos incluidos han sido casi copiados completamente del TPP.  Ciertamente, la base de los cambios y añadiduras al nuevo tratado bienen directamente de el acuerdo mundial, el cual, el mismo presidente Trump tanto despreció. 

Como asegura el abogado experto en Comercio Internacional, Dan Ujczo, 2/3 partes de las nuevas disposiciones que enmarcan el nuevo tratado de comercio de Norte-América, poseen una línea directa al TPP; demostrando así las inmensas contradicciones entre el discurso y la práctica de las posturas del presidente Trump.

Tal como el original tratado de 1994, la base angular del nuevo tratado sigue siendo la industria automotriz.  Y aquí Mexico tuvo que ceder en el porcentaje exigido de partes utilizadas en la fabricación y ensamblaje de los autos.  Es así, que el mínimo porcentaje de componentes de cada automóvil, que tiene que provenir de cualquiera de los tres países, sube del 62.5% al 75%.

El problema puede surgir si los aranceles impuestos por EEUU al acero y al aluminio importado de Mexico y Canadá no son reducidos, ya que sería precisamente el sector automotriz el más afectado directamente por los sobrecostos de materias primas.  Es muy posible que se limen y resuelvan las asperezas antes de la firma final del tratado, con respecto a este punto.

Con relación a la solución de controversias, un punto de contención muy importante para Trump, pues consideraba que el sistema de arbitraje que utilizaba el TLC de 1994 violaba la soberanía de EEUU; Mexico y sobre-todo Canadá no desfallecieron en su presión de mantener dicho sistema.  Al final, se acuerda mantenerlo tal y como estaba establecido desde el principio.  Trump tuvo que ceder.  Los analistas del Bank of America coincidieron en denominar este punto como “una gran victoria”.

En el aspecto de la tecnología, el tratado de 1994 ya se había convertido en obsoleto.  Cabe recordar que en aquel entonces el Internet era una tecnología que se encontraba “en pañales”, en cuanto a desarrollo. Es por ello que se han introducido cambios necesarios en las disposiciones referentes a la propiedad intelectual, para así poder confrontar amenazas tales como la piratería.  El nuevo sistema ha sido establecido para intentar eliminar infracciones a las normas y al mismo tiempo detectar las que puedan producirse.

En lo que se refiere a los bienes culturales, Canadá logró mantener lo establecido en el antiguo tratado. Aunque se incluye una nueva provisión la cual referencia a los derechos de los pueblos aborígenes e indígenas, su normativa no es tan extensa como Canadá esperaba que fuese.

El caballo de batalla de la recta final fue el asunto de los lácteos. Canadá acepta un mayor acceso en su mercado a los productos lácteos provenientes de EEUU.  Aunque el volumen es realmente insignificante, este punto es en sí una victoria política que Canadá aceptó conceder, aunque quizás bajo un reducido programa de subvención o compensación para sus productores locales.

Otro de los puntos importantes de este tratado era la Cláusula de Terminación Automática.  Aunque EEUU estableció desde un principio que era necesario tener una fecha de caducidad incluida en el tratado, de cinco años, para poder trabajar bajo amenaza de “ruptura automática” cualquier negociación, Mexico y Canadá se opusieron diametralmente a dicha idea.

La tesis de Mexico y Canadá se basaba en que dicha Cláusula de Caducidad generaba demasiada incertidumbre en el sector empresarial y de inversión tanto en Mexico como en Canadá.  Simplemente los agentes Canadienses y Mexicanos plantaron la advertencia desde el primer día: Si hay fecha de caducidad, no hay pacto.

Por ello, queda definido en el tratado que el texto tendrá vigencia de 16 años.  Al sexto año de entrar en vigor se acuerda someter a un proceso de revisión para investigar las áreas que se deban o puedan mejorar y/o adaptar.  Sin embargo, no existe la amenaza activa de ruptura y/o caducidad.  Fue éste, otro punto que irrita a Trump y que, sin embargo, tuvo que aceptar para poder presentar algo concreto despues de casi 13 meses de negociacianes, que por momentos, se vieron encaminadas al abismo por ciertas declaraciones fuera de foco.

Eventualmente, la necesidad política de la Casa Blanca y del saliente líder mexicano (como la de su sucesor), así como la real necesidad de mantener lazos comerciales directos con la mayor economía mundial, por parte de Canadá y de Mexico, forzaron a la aceptación tripartita del nuevo borrador.

La firma del tratado se planea llevar a cabo en la próxima cumbre del G20 ha realizarse a finales de noviembre en Buenos Aires - Argentina, y a la que asistirán Trudeau, Peña Nieto y Trump.

Vale establecer que el tratado debe ser aprobado por las asambleas y congresos nacionales de cada país firmante, antes de que pueda ser declarado vigente.  Y he ahí una pequeña o gran traba a conquistar, dependiendo de la situación política que vive cada mandatario.  En este aspecto, parece que Trudeau y Peña Nieto (López Obrador) no tendrán problemas.

Al final, el envoltorio para poder vender este tratado como algo nuevo al pueblo estadounidense, es decir el cambio de nombre, es el logro pírrico para un Donald Trump que exigía dicho cambio como si fuese el punto de inflexión principal y más importante para lograr la finalización de las negociaciones.

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